Cincuenta años arriba y abajo
1967-2017. Ha pasado medio siglo desde que el teleférico de la Marmolada subió los primeros turistas a la cima. Cincuenta años de actividad con momentos históricos cruciales para la humanidad, como la Guerra Fría. Hoy, entrados en el nuevo milenio, el teleférico sigue en pleno funcionamiento para subir a grupos de turistas a la cumbre de la Reina de los Dolomitas, un lugar muy especial al que no habrían podido acceder por su cuenta.
La Marmolada fue una montaña admirada desde sus pies hasta mediados del siglo XIX, cuando un 28 de septiembre de 1864, Paul Grohmann llegó por primera vez a Punta Penia acompañado de los guías de montaña Angelo y Fulgenzio Dimai (dos años antes había conquistado Punta Rocca junto con Pellegrino Pellegrini, guía de montaña de Rocca Pietore). El alpinismo dio paso entonces a la guerra, un conflicto terrible, que acabó librándose por encima y por debajo del glaciar.
La llegada del turismo
Por fin llegó el turismo, y con este, cientos de ávidos esquiadores dispuestos a subir por la ladera del glaciar para hacer sus bajadas favoritas. No fue hasta principios de los años sesenta cuando Furio Bianchet, amante de la montaña y precursor de la época, tuvo una idea que cambió el destino de Val Pettorina, la de un teleférico que llevara incluso al menos experto de los escaladores hasta la cima, donde solo se atrevían a llegar las águilas. La idea fue de igual agrado para las autoridades municipales y para la población, que vio en ella una salida a su situación de pobreza y emigración casi forzada. La única fuente de sustento de los habitantes de la zona de Agordino hasta entonces había sido la agricultura. Ahora, esperaban que la nueva instalación les trajera también la buena estrella.
Faltaban no obstante fondos para construir una obra de este tipo. De traerlos se ocupó la familia Vascellari, que en la actualidad sigue al cargo de los remontes. Valentino, Bruno y Giorgio apoyaron el proyecto de Bianchet desde el primer momento, también ellos creían que mejoraría la vida de todo el valle. Y no escatimaron recursos ni ganas.
La construcción no fue fácil, principalmente por la orografía y el mal tiempo (hablamos de metros y metros de nieve). Hasta el 30 de julio de 1967, cuando el engranaje se puso en marcha por primera vez.
Desde entonces, el teleférico ha sido objeto de continuas obras de mantenimiento y desarrollo para mantenerlo al día. Las últimas en 2017, con la integración de los nuevos ascensores panorámicos de Punta Rocca, gracias a los cuales personas con y sin discapacidad pueden bajar directamente al glaciar desde el nivel de embarque. Además, para el 50 aniversario se ha organizado una exposición fotográfica sobre la historia del teleférico, que podrá visitarse durante toda la temporada de invierno.